Para reforzar esta idea y como para generar un ícono dentro del local donde la gente pueda tomar pertenencia y sentirse atraído, recreamos una máquina de escribir a gran escala como una suerte de grada para que la gente se pueda sentar y disfrutar de la lectura. Para la zona de la caja se utilizó un color negro para resaltar el fondo ya que es un lugar fuerte de exposición si hablamos de compra de impulso, al igual que el mostrador de caja, que tiene espacios de exposición con este mismo fin. El local, que se cierra de noche con una cortina, se encuentra casi en su totalidad abierto al shopping. Lo que queríamos lograr era que forme parte del paseo que la gente hace caminando por los pasillos y que, de alguna manera, caigan a la librería sin ninguna traba (como una puerta) que inhibe a la gente que simplemente quiere conocer. Se dejó un pequeño espacio de vidriera para tapar la zona de caja y comunicar últimos lanzamientos y terminar el gesto de la biblioteca. Se dejó el cielorraso original del shopping pintado de negro pero, con la iluminación, se generó un plano de cielorraso virtual con 24 lámparas galponeras pintadas de negro por debajo y amarillo por arriba. El piso se materializó con cuadrados de fenólicos que generan una trama parecida a la de los macro cuadrados de las bibliotecas. La cartelería se resolvió con los mismos materiales de todas las bibliotecas e islas y se colgó en el ingreso con letras corpóreas para que formara parte del contexto. También se tuvo en cuenta a los niños; se generó, con otra tipografía más infantil y a la altura de ellos, un cartel de letras amarillas. Como conclusión, el objetivo fue lograr con un solo gesto fuerte, que es el de una biblioteca de 4,5 m de alto que contempla todo el programa y da la vuelta al local entero incluso a la vidriera, un impacto y una necesidad de entrar a conocer. Al fin y al cabo, lo que más importa en la arquitectura comercial es lograr que la gente quiera entrar al local.